BCCCAP00000000000000000000739
mesino". Con un mayor respeto a la crítica construc– tiva -eso son, en el fondo, las enmiendas- habría nacido a su tiempo con más peso y mejor cara. La crítica constructiva se parece en muchas cosas a la doma del caballo. El potro joven tiene sobreabun– dancia de fuerza y de vitalidad. Pero desconoce la dis– ciplina del "bocado". La fuerza instintiva del potro es peligrosa cuando va "desbocado". El domador orienta esa fuerza y el cabaHo se convierte en un noble animal útil. Las generaciones jóvenes están en posesión de una fuerza poderosa. Necesitan un cauce, una orien– tación, una doma para convertirse en generosa sangre renovadora de la colectividad. Insistimos en que ésta es la labor de la crítica constructiva. Los "DIALOGOS CON PABLO VI", de Jean Guit– ton, nos dan una definición sugestiva. Dice el Papa: "Criticar no significa destruir, sino precisar". Y es que la crítica se explica como una vocación de amor y de entendi11iento. Criticamos porque amamos. Cri– ticamos a España porque llevamos dentro el dolor de que no sea como queremos que sea y cuando ama– mos queremos lo mejor para lo que amamos. Y este dólar de amor se nota en cada latido de la sangre. No criticamos con resentimiento ni amargura como los "snobs", papanatas y extranjerizantes. Queremos una España más grande y más pura, no más afeitada ni más maquillada. En definitiva, preferimos una madre limpia y naturalmente hermosa, vestida con elegancia y modestia a una ramera con abrigos de superlujo. Nos desccntenta y nos duele la vulgaridad ambien– tal y quisiéramos mejorar las condiciones de vida, par– ticularmente 9n el ámbito espiritual. No criticamos a 257
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz