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los disminuidos. Hasta el punto de que se llama a los enfermos "los hijos del doble amor". ¿Cómo se ha obrado este milagro? Es un milagro de la, bondad que va transformando nuestro mundo haciéndolo más bello. La bondad supone un alma abierta eficazmente al prójimo y se extiende, como el aire y la luz, a todas las manifestaciones de la convi– vencia. Ya no se desprecia a los hijos ilegítimos sen– cillamente porque no hay hijos ilegítimos, los ilegíti– mos son los padres. No se desprecia a los pobres por– que la pobreza ya no es una deshonra. No se excluye de la sociedad a los subnormales porque se les con– sidera personas humanas y con más derechos por es– tar más indefensos. Cada día se impone de un modo más global el criterio de bondad de "sentir con el dé– bil", que entra de lleno en las exigencias del Evange– lio. Las desgracias colectivas gozan del especial pri– vilegio de hacer vibrar la sensibilidad del pueblo. Los niños desnutridos y hambrientos de Biafra han ocupa– do durante bastante tiempo las primeras páginas de la actualidad mundial. Ha sido una "operación" a es– cala mundial en la que cada pueblo ha cooperado a su modo para remediar la necesidad de los niños hambrientos. Todavía está reciente la impresión por los sucesos de Managua. El mundo entero se ha movi– lizado para ayudar a Managua: aviones con víveres, medicinas y ropas, donantes de sangre, equipos de sal– vamento y de socorrismo, aportación económica. etc. Estos hechos tristes dan la temperatura de la bondad de los mortales. No, no todo es egoísmo. En el fondo del alma hay tesoros riquísimos de bondad, de compa– sión y de generosidad. Y basta una calamidad pública para que la bondad brote a chorros. 250
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