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en fa mano. Lo recibió en su casa una familia y, o/esde entonces, los vecinos se turnan: quien re– ci'be el Cristo de madera, recibe sin más al men– digo. 21. Sucedió en una casa normal. El hijo se marchó y malgastó tiempo, juventud y dinero. Y cuando voívió, /os suyos le recibieron, llorando de emo– ción. Suced'ió ... Todos los días sucede algo que la bon– dad crea, inspira y moldea. Cada año nos enteramos por la operadón Plus Ultra de gestos impresionantes de bondad. Pero sabemos que se presentan unos po– cos: la bondad obra casi siempre en silencio y no quiere publicidad. Por otra parte, hay una bondad anónima que se expresa de innumerables formas que no caben en las crónicas de sociedad. Sólo Dios co– noce la cantidad y la calidad de las buenas obras que inspira el corazón bueno y las escribe con oro y luz en su libro eterno. Las desgracias descubren las reservas de genero– sidad de !os humanos. En una familia nace un hijo disminuido física o mentalmente. ¿Qué sucede? Que el niño desgraciado es el más querido, el más cuida– do, el más mi11ado. Padres y hermanos se vuelcan en el niño enfermo por el sólo hecho de considerarlo in– defenso ante ;a vida. Los padres hacen sacrificios in– numerables para que el niño pueda rehabilitarse. Los mismos hermanos se sienten mejores -menos egoís– tas; más responsables- junto al niño desgraciado. La desgracia hace brotar los sentimientos nobles de com– pasión, comp'"ensión y generosidad. Hasta hace poco tiempo, el niño subnormal era una desgracia que se procuraba ocultar. Hoy la gente se ha mentalizado y colabora a la promoción humana, cultural y social de 249
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