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El· cansancio de los buenos -único que ahora nos preocupa- es un problema que exige especial aten– ción y una revisión de responsabilidades porque, ge– neralmente, es provocado desde afuera. ¿Cómo ha podido decepcionarse un hombre bueno, leal, genero– so, emprendedor, entregado y quizá optimista? ¿Qué razones o condicionamientos han convertido a un hom– bre de cualicades relevantes en un hombre vulgar? En e! proceso que l'eva a la pasividad hay una infini– dad de matices y de factores desencadenantes: -El hombre bueno es un hombre sencillo que ha . chocado violentamente con la doblez y con la astucia. No contaba cor:, ellas y fue sorprendido como un incauto. La experiencia brutal de la ma– nipulación astLta le ha hecho desconfiado. -El hombre bueno es veraz y va siempre con la verdad por delante. Pero, en su contacto con los hombres. se encuentra con una dolorosa sorpre– sa: la verdad escuece, resulta molesta y cierra muchos caminos. El montaje innoble de la men– tira, de a adulación, del disimulo es el mercado negro donde hacen fortuna los contemporizado– res y los hipócritas. Este orden de cosas le pro– duce irritación y náusea. -El homb~e bueno es /ea/ en ta amistad, y en su contacto con los hombres, se da cuenta de que la amistad no existe. Se busca en el amigo la utilidad, la rentabilidad, la influencia, la protec– ción, el prestigio. La amistad no tiene importan– cia en sí misma, sino en función de intereses creados. Esta experiencia -confirmada por los hombres y por las circunstancias- le hace pre– ;avido y pesimista. 235

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