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Y a esta oración recia y teologal convoca insisten– temente a sus hermanos. La fraternidad de oración consiste en buscar comunitariamente los caminos de Dios, en ir juntos hasta la Verdad que hace hombres libres, en andar juntos el camino. El descubrimiento de la propia vocación es una tarea de la fraternidad. Por eso consulta Francisco a Clara y a Silvestre, para que interroguen a Dios en la oración. Y Dios "respon– de" a esta consulta trazando definitivamente el queha– cer franciscano: el hombre no ha sido elegido para salvarse "personalmente", sino para salvar a sus se– mejantes. En torno a Francisco se arraciman los discí– pulos y aquellos hermanos cuya salvación está condi– cionada a la santidad del Poverello. Así entendida, la oración es una tensa, laboriosa y disciplinada tarea. Hay más dinamismo en esta ora– ción que en la mayoría de las empresas de los hom– bres de acción y, sobre todo, mucho más que en el ajetreo y el bullicio de los que se entregan a la ac– ción por la acción. Y ya es hora de acabar con el equí– voco de llamar oración al trabajo y al dinamismo de– senfrenado. No basta tener en el horizonte a Dio.s pa– ra que las diversas tareas sean oración. No basta una referencia de última instancia al Señor para llamar oración al trabajo. La mayor parte de las veces, el de– cir "lo hago por Dios, sino fuera por Dios", no es más que un intento de justificarse a sí mismo. La oración es algo más, es mucho más: es una di– vina obsesión que tortura, quema y abrasa. Lo demás es sentimentalismo, vaguedad, evasión. Es una pena tan intensa porque "el Amor no es amado", que hace brotar el llanto. Francisco acabó ciego de tanto subir y bajar al monte Alvernia. La oración es una pasión que hace enloquecer: Francisco venía transfigurado y 220
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