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FRATERNIDAD DE ORACION La orac1on común es la substancia misma de la fraternidad, el eje céntrico, el punto más sensible de la vida fraterna "en familia". Es el corazón de la vida religiosa: si el corazón falla, sobreviene la muerte. Si el corazón se debilita, se resiente todo el organismo. La oración es un encuentro con Dios, un ponerse frente a frente con el Todopoderoso que con sus ojos eternos escudriña los corazones y las entrañas del hombre. Su presencia estremece porque no mira des– de afuera: se mete en el hondón del alma y la ilumina con un potente foco de luz. El alma queda desnuda ante la mirada del Dios vivo y el hombre toma clara conciencia de lo que es y de lo que debe ser. Y des– de ese momento ya no hay sosiego. El hombre se ha– lla en una continua tensión porque no puede -ni quiere- desentenderse del Dios viviente que pide, ruega, insiste y exige cada vez más. El hombre de oración vive en una permanente es– cucha de Dios que habla y manifiesta su voluntad de innumerables modos. Y su voz, quizá imperceptible o borrosa al principio, se hace clara y luminosa cuando el hombre sintoniza con Dios y se pone en la longitud de onda de los mensajes divinos. Con frecuencia se interfieren las emisoras de la tierra porque el hombre es terreno y se deja influenciar en exceso por los pla– nos de la realidad sensible. Y entonces el hombre es– piritual se dedica a una intensa búsqueda de Dios has– ta que da con sus huellas, hasta que distingue entre 214
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