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ct0n en la vida social, desean participar rápida– mente en ella. Por lo cual, no rara vez /os pa– dres y los educadores en el cumplimiento de sus tareas experimentan dificultades cada día ma– yores". (Const. Lumen Gentium, n. 7) Impaciencia, angustia y rebeldía son reacciones características de la juventud. De la juventud de siem– pre, claro está. Marañón apunta que la rebeldía juve– nil es una señal de higiene biológica y mental. Pero es que en el mundo moderno, impaciencia, angustia y rebeldía se manifiestan de modo más vigoroso y mul– tiforme. A lo largo de siglos, el proceso de avance era uniforme y pacífico. Modernamente, ha habido una "ruptura" con lo viejo: la impaciencia no se disimula y sale a la plaza pública, la rebeldía reviste con fre– cuencia formas agresivas. Como resultado, estos cambios profundos no se pueden minimizar relegándolos a un segundo plano o equiparándolos a los cambios de tiempos pa– sados. Hemos dicho que se trata en multitud de casos de una verdadera "ruptura" con el pasado, de enfo– ques totalmente originales, de perspectivas inéditas. Acudir a cierta edad a la vivencia que se tuvo de la juventud para valorar las nuevas experiencias, es des– conocer y marginar a la juventud de hoy. La perturbación no afecta sólo al comportamiento sino a las mismas normas reguladoras de éste. ¿Cómo se explica tan original fenómeno? El Concilio lo hace con precisión de diagnóstico médico: "Las instituciones, las leyes, las maneras de pen- 208
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