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LA PAZ: IDEARIO VIVIDO No es fácil seguir el camino de Francisco, lo sé. Pero podemos y debemos emplear su sistema: nada de "denuncias" amargas, nada de provocar enfrenta– mientos, nada de "contestaciones". Nada resulta más antitestimonio para la paz que la crítica destructiva. Todos estamos de acuerdo en que muchas cosas mar– chan mal en nuestro mundo, en que hay muchos pun– tos oscuros en la convivencia internacional. Todos ve– mos con tristeza que hay muchas injusticias, muchas lagunas, muchas sombras. Esto lo han detectado so– bre todo los hombres de Dios, pero sus procedimien– tos fueron distintos. Francisco pensó que "hace más por la luz quien enciende una lamparilla que quienes se pasan la vida protestando contra las tinieblas". No replicó con palabras sino con testimonio. Francisco estaba en total desacuerdo con "su mundo" y lo desautorizó con la más audaz y renova– dora experiencia después de Cristo: con un retorno al Evangelio, vivido con todas las consecuencias. No flirteó con la pobreza, se casó con ella y la honró con exquisita delicadeza. No hizo demagogia sobre la igualdad universal, sino que se hizo hermano, el "her– mano menor". No aireó los "pecados de la Iglesia", sino que la sirvió del modo más eficaz y ejemplar siendo santo. No es fácil conquistar las altas metas de Francis– co. No podemos olvidar que era un coloso y nosotros somos mediocres. Pero nada nos impide que quera– mos seguir su ejemplo en la medida de nuestras posi- 18

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