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da espiritual. Si se entiende la colectividad como un difuso y vago pluralismo habría que cambiar el signo de la quiniela. SILENCI0-MANIFESTACI0N, un "uno". Los hombres de hoy esrán fatigados y de vuelta ya de palabras, reuniones, sobremesas soporíferas y quieren he– chos. Los hombres verdaderamente eficientes ha– blan poco y obran mucho. Las manifestaciones ca– llejeras nunca solucionan nada porque se quedan en la corteza más periférica de los hechos y de los problemas. Hay que ir a la raíz y formar rectamen– te la conciencia cristiana mediante la presentación fiel del mensaje del Evangelio. Lo que hace falta es formar mentalidades y lo demás vendrá por aña– didura. MISTICA - P0LITICA, un "uno", el más claro de esta quiniela. Lo que los hombres piden al sacerdote de hoy es que sea un "hombre de Dios". El sacerdote tiene una misión específicamente sobrenatural y para cumplirla ha de ser alma de oración. Meterse en política es 'entrometerse" en un terreno que no es el suyo con la desedificación y el escándalo de los fieles. La política hace perder el equilibrio y serenidad que deben caracterizar en todo momen– to la presencia del sacerdote en el mundo. Por otra parte, está fuera de duda que la Iglesia no se ads– cribe a ningún sistema político porque está sobre toda política. LIBERTAD - OBEDIENCIA es un "dos". Todos lamen– tan la crisis de obediencia que padece el mundo de hoy y :¡ue se traduce 'en la rebeldía, en el con– fusionismc, en la subversión, en la "contestación" incluso dentro de la Iglesia. La obediencia es el 181
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