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hora y disciplinar el carácter para no tomar decisiones precipitadas. Todo tiene su hora y lo importante es saber detectarla sin adelanto ni retraso: la fruta reco– gida antes de tiempo tiene que ser madurada artificial– mente y pierde sabor. Claro que si se deja demasiado en el árbol se pudre. Sabiduría histórica, amigo. Puede ser que a nos– otros nos toque la labor previa de poda y riego y cui– do del árbol de la convivencia pacífica sin que po– damos recoger el fruto maduro. En una perspectiva histórica, el tiempo cuenta menos: lo importante es que la fruta de La paz madure y sepa más sabrosa. Desde un mirador teologal -a la luz de Dios- el tiempo puede ser una circunstancia insignificante. Para Dios no cuentan los años que condicionan tanto la vida de los hombres. Ya en un plano práctico -hay que ser realistas- lo decisivo es que cada uno de nosotros haga lo posible sin regatear esfuerzos. Y luego -cuan– do uno ha quemado su vida por la causa de la paz– dejarlo todo en manos de Dios. Pero es preciso in– sistir, no para abrir el camino a la evasión o al des– aliento, sino para situarnos en nuestro puesto en lo de San Pablo: que uno es el que siembra y otro es el que riega, pero sólo Dios da el crecimiento. - .. .y es tan lento porque se nos va todo en pa– labras y en planificaciones y en proyectos románticos. Ya te he dicho que reconforta ver la insistencia con que se trae y se lleva el tema de la paz. Ojalá se ha– blara más 'todavía. Dios quiera que todos los hombres de buena voluntad aporten nuevos puntos de vista y nuevos enfoques estratégicos. ¿Que muchos bellos planes se quedan en el papel? No importa: que surjan nuevos planes. Ahora te invito a aprender lecciones 14

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