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eludible solidaridad, se ve, sin embargo, graví– simamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas. Persisten, en efecto, todavía agu– das tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ní siquiera falta el pe– ligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo". Cierto, las tensiones de todo orden ensombrecen un poco el horizonte de la fraternidad universal. De un modo o de otro, persisten focos negros y zonas mi– nadas de conflicto armado y el mundo vive preocupa– do por la lentitud de las negociaciones para una paz estable. Todavía se reservan fechas venerables para un "alto el fuego" que son treguas insignificantes pa– ra el odio y la muerte. Y hay que cortar el fuego mor– tífero para siempre. Pero ya se ha dado con el cami– no porque el hombre de hoy ha tomado en serio que es mucho más lo que une que lo que separa y que no debe haber "cotos" para la paz y la solidaridad hu– manas. La "interdependencia" crea las condiciones favo– rables para agudizar la conciencia de que "la unión hace la fuerza". Y esta persuasión, cada día más fuer– te, es ya un modo de integración y de solidaridad. -Pero el proceso es muy lento ... -Sí, desde luego. No hay que turbarse excesiva- mente por ello. Ya decía Rilke que el fallo de los hom- 1 bres -un fallo muy frecuente- es "esperar con exce- siva vehemencia". La historia nos da oportunas lec– ciones de sabiduría: las obras grandes necesitan un largo espacio desde .su nacimiento hasta su madura– ción. Por ello hay que saber esperar a que llegue la 13
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