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va a actuar en nombre de Dios? Ha entrado por me– dio la envidia. Los fariseos sufren cuando Cristo es aclamado con fervor por el pueblo. No pueden soportar por más tiempo la popularidad de Cristo y se lo echan en cara, buscando pretextos espirituales, cuando en realidad es la envidia y otros mofvos inconfesables lo que les mueve a actuar. "¿No oyes lo que dicen? Diles que callen. Es lo que les molesta y les hace morder el polvo: que se oye mucho el nombre del Maestro, que electriza a las ma– sas con su palabra -"Jamás hombre alguno ha habla– do como este hombre"- que se impone por su bon– dad, que es generoso con los pecadores, que hay quie– nes lo dejan todo para seguirle, que no teme a nada ni a nadie. La primera medida es descalificarlo. Para ello ponen sordina a su bondad, buscan los temas vidrio– sos para que caiga en sus garras, lo presentan como enemigo del pueblo, como transgresor de la Ley, co– mo aliado del demonio. Sufren ccn la popularidad del Maestro. -Dicen y no hacen. Son puritanos que se incien– san a sí mismos, que se anuncian con bombo y pla– tillo, que se pierden en interminables discursos mora– lizantes. Ponen cargas insoportables sobre los hom– bros de los demás, pero personalmente se dispensan de todo esfuerzo para purificar su interior y hacerse mejores. Todo el tiempo y todo el esfuerzo se les va en maqui liarse de austeros, edificantes y elegidos. Con componer su fachada de integrkad se dispensan de ser íntegros. Son como máscaras que ocultan un co– razón vacío y rencoroso y una mi rada crispada de re– sentimientos. -"Serpientes, raza de víboras, sepulcros blan– queados... " 141