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de hombres quedan suficientemente esclarecidos en otro lugar al hablar de "El justo medio". Y son los hombres del centro quienes pueden "mediar" para in– tegrar a los extremos en una común empresa de cola– boración. De extremo a extremo el camino es más lar– go y son más escasos los puntos de vista coinciden– tes. Parece que el mundo de hoy viene de vuelta de varios "mitos" que, en una primera etapa de prueba, resultaban fascinantes. Y ciertamente lo eran porque se presentaban como la panacea de todos los males. La experiencia ha demostrado su incapacidad para resolver nada válidamente. Y es que los "fans" de es– tos mitos exponían de un modo fulgurante los "fallos" de los sistemas clásicos de convivencia. La revisión crítica era su fuerte, pero no han podido construir nada en plan positivo. Y los pueblos se dieron cuenta de que "la vieja casa", con todas las incomodidades, con todas las goteras, es preferible a vivir a la intemperie. Como decía, con su sabiduría de viejo lobo Henri Spaack, nos convencen de que las viejas estructuras hacen agua, pero no nos dan un barco nuevo donde poder navegar. 118