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del individualismo egoísta, de las divisiones, del "es– cándalo" de la desunión? ¿No es nada el haber toma– do conciencia de la gravedad del problema y de la necesidad de someterse urgentemente a un régimen de solidaridad y de respeto al prójimo? ¿No es nada el haber despertado del sueño confortable al escuchar el grito de socorro -angustia y esperanza- de los hombres que sufren hambre y sed de amor? ¿No es nada haber advertido el disco rojo que denuncia la peligrosidad de la injusticia con los pueblos pobres, la "deshumanización" del hombre sometido .a la má– quina, el envilecimiento de los drogadictos, el crimen de la supresión de las "vidas sin valor", la turbadora carrera de armamentos, la locura de las guerras? No se ha conseguido todo, ni mucho menos. Por eso es un deber grave de conciencia seguir trabajan– do y gritando la justicia, la paz y el amor. No basta con hablar pero es preciso hablar, no como quien re– cita un papel aprendido en el escenario, sino como quien lleva el corazón dolorido, chorreando sangre fresca por la herida que no cicatriza mientras haya en el mundo divisiones, luchas, segregacionismo, sub– desarrollo e irritantes diferencias entre las personas, entre los pueblos y entre los continentes. -La fraternidad es ya un tópico en manos de far– santes y logreros. Pues razón de más para trabajar con tenacidad y perseverancia. Hay que "rescatar" el valor de la pala– bra y devolverle su pureza, su contenido, su carga ex– plosiva. Hay que volver por la autenticidad del voca– blo para liberarlo de la rutina, del enmascaramiento y de la fosilización. Hay que rescatarlo del confusionis– mo para que tenga de nuevo su fuerza, su originalidad, su transparencia. Fraternidad quiere decir: iO
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