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94 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. enviado, y yo les di a conocer tu nombre, y se lo haré conocer, para que el amor con que Tú me has amado esté en ellos y yo en ellos» (18). Quiere .J:esús que seamos consumados en la unidad con el Padre y con el Hijo, y, por consecuencia, con el Es– píritu Santo. Que todos estemos unidos por la fe y la caridad, siendo un solo corazón y una sola alma. Leed, meditad esta hermosa plegaria sacerdotal. Pon– derad y reflexionad en silencio las profundas y conso– ladoras verdades que Cristo, poco antes de ir a padecer y morir por nosotros, nos enseñó. 4.º Jesús comunica su misión redentora. Después de la Resurrección se apareció a los once en el monte de Galilea que les había indicado, y, viéndole, se postra– ron; algunos vacilaron, y acercándose Jesús les dijo: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra ; id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolas a observar todo cuanto yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo)) (19). Jesús, antes de salir de este mundo y volver al Padre, comunicó todos sus poderes a la Iglesia para que conti– nuara aplicando por medio de sus ministros los frutos de la redención copiosa. Para ello constituyó pontífices, obispos, sacerdotes y ministros. A los sacerdotes, con la válida consagración, se les concede el poder de predicar, de evangelizar, de admi– nistrar los Sacramentos, fuentes de vida eterna. El hom- (18) Jn., XVII, 20-26. (19) Mat., 28, 16-20.

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