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92 P. PJO M.ª DE MONDREGANES, O. P. M. CAP. rá al Hijo y le dará la merecida gloria como Verbo En– carnado. La gloria divina como Hijo de Dfos no la per– dió ni la podía perder jamás, porque era inherente a la naturaleza divina; lo que pide es la gloria de su huma– nidad, el honor y culto y adoración que se le debe al Verbo mismo en persona, bien que por otro título. 2.º Jesús ruega por los discípulos. «He manifestado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado. Tuyos eran, y Tú me los diste, y han guardado tu pa– labra. Ahora saben que todo cuanto me diste viene de Ti; porque yo les he comunicado las palabras que Tú me diste, y ellos ahora las recibieron, y conocieron ver– daderamente que yo salí de Tí, y creyeron que Tú me has enviado. Yo mego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que Tú me diste ; porque son tuyos, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío, y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo ; pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a Ti. Padre Santo, guarda en tu nombre a estos que me has dado, para que sean uno como nosotros. »Mientras yo estaba con ellos, yo conservaba en t.u nombre a estos que me has dado y los guardé, y nin– guno de ellos pereció, si no es el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora yo vengo a Ti, y hablo estas cosas en el mundo para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu pa– labra, y el mundo les aborreció, porque no eran del mundo, como yo no soy del mundo. No pido que los tomes del mundo, sino que los guardes Jd mal. Ellos no son del mundo, como no soy yo del mundo. Santi– fícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad. Como Tú me enviaste al mundo, así yo les envío a ellos al
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