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HORNO ARDIENTE DE. CARIDAD 85 y se os dará. En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos» (3). M1rntras estamos unidos al tronco de la vid vivimos su misma vida. Por el bautismo nos injertamos en Cristo y llevamos la vida de Cristo en nosotros. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (4). Con El y por El vivimos la vida sobrenatural. Es necesario estar unidos y permanecer así hasta la muerte. Que la savia divina circule por nuestro ser como miembros del Cuerpo Místico de Cristo. El programa de nuestra vida interior debe ser vivir por Cristo, con Crisflo y en Cristo, para que «no sea ya el hombre viejo quien vive, sino el hombre nuevo creado en justicia y en santidad» (5). «Los que viven no vivan ya para sí, sino para Aquel que por ellos murió y resucitó» (6). Que cada uno pueda decir con San Pablo: «Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (7). (3) Jn., XV, 1-8. (4) Jn., X, JO. (5) E/., IV, 24. (6) II Cor., V, 15. (7) Gal., 11, 19-20.

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