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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 77 taba perdido» (95). En el Cenáculo de Jerusalén celebró la última cena con sus apóstoles e instituyó la Eucaristía. Después de la Resurrección se hizo encontradizo en el camino de Emaús con dos de sus discípulos, los cuales le invitaron a quedarse y cenar con ellos en una aldea, adonde iban ; y sintieron durante el camino que sus co– razones ardían dentro de sus pechos, hasta que le reco– nocieron en la fracción del pan. Así, Jesús unas veces aparece como Huésped invitado, otras como Hospedero, otras como Manjar en los ban– quetes, causando el bien. En la Eucaristía se manifiesta como Hospedador, como Alimento y como Huésped. En el alma del justo dice que constituye su morada o mansión juntamente con el Padre y el Espíritu Santo. Bajo diversas formas o imágenes, el Corazón divino manifiesta su ardiente amor a los hombres y se hace todo para todos. Corazón divino que estás en mi alma, yo te adoro, te amo, te alabo y quiero servirte como nobilísimo Huésped. OTROS SIMB0LOS En la parte precedente se han tocado ya muchos símbolos manifestativos del amor de Dios hacia los hombres. Unos se refieren a Dios Padre y otros al Verbo Encarnado, Jesucristo. Encontramos los nombres simbólicos de Pimpollo, Camino, Monte, Padre del Fu– turo Siglo, Brazo de Dios, Príncipe de la Paz, el Amado, el Cordero de Dios, etc. Puede leerse con provecho el hermoso y clásico libro de FRAY LUIS DE LEÓN, o. s. A., titulado : Los Nombres de Crisito, que ha tenido muchas ediciones. (95) Luc., XIX, 1-10.

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