BCCCAP00000000000000000000738
74 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. ARTICULO IV Jesús, Huésped y Hospedero Dios convida a todas las gentes sin distinción al reino mesiánico, diciendo: « Vosotros todos cuantos tenéis sed, venid a las aguas; aunque no tengáis dinero, venid. Comprad trigo y consumidlo, sin dinero, y, sin pagar, vino y leche... » (84). Dios ofrece un banquete de amistad y familiaridad a todos los pueblos de la tierra. <cDará el Señor Sebaot a todos los pueblos de este monte un ban– quete espléndido, un banquete de vinos generosos, de manjares enjundiosos, de vinos exquisitos» (85). Yavé ofrece el banquete y son invitados todos los pueblos a participar. Ese convite es de índole espiritual y univer– sal para que todos entren en las riquezas y goces de su reino. Recordemos también la parábola de la Gran Cena que describe San Lucas (86). El Salmista espera encontrar acogida y defensa en el divino Huésped. Quien mora al abrigo del Altísimo y se hospeda a la sombra del Omnipotente puede decir al Se– ñor: ¡ Refugio mío y roca mía, Dios mío, en quien espe– ro! (87). El Salmista expresa la alegría de comer cerca de Dios con amistad e intimidad: c<Aprestas delante de mí una mesa a despecho de mis adversarios ; con óleo perfumas mi cabeza, mi copa es desbordante. Sí, bondaa' y favor me presionan todos los días de mi vida; mi mo– rada es la casa del Señor, por largos años» (88). (84) Is., 55, 1-3. (85) Is., XXV, 6. (86) XIV, 16 y sigs. (87) Sal., 91, 1-2. (88) Sal., XXIII, 5-6.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz