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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 61 visto y celebrado en el Cantar el amor de Jesucristo y su Esposa la Iglesia. La imagen de las bodas se halla en las parábolas evangélicas, en las Epístolas de San Pablo y en el Apocalipsis. Recordemos lo que dice el Apóstol escribiendo a los efesios: «Maridos, amad a vuestras es– posas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella a fin de santificarla, habiéndola lavado en el lavatorio de agua por la palabra, para hacerla aparecer delante de Sí una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino santa e inmaculada ... ; por esto dejará el varón a su padre y a su madre y se juntará a su mujer y serán dos en una carne. Este misterio es grande, pero yo lo digo mirando a Cristo y a su Iglesia» (56). En este amor de Cristo por la Iglesia, su Esposa dilec– tísima, va también incluido el amor que Jesús tiene por cada una de las almas que forman la misma Iglesia, las cuales, con mayor o menor motivo, se pueden llamar esposas de Cristo (57). Evidentemente, este vínculo de amor no es el mismo sobre todas las almas, sino diferen– temente, según sea la perfección de cada una. Las almas místicas gustan mucho de este Cantar, pero no siempre dan una interpretación segura y exacta. El Cantar es un idilio en que se celebran principalmente los amores del Mesías con Israel (58), tomando la forma literaria de las costumbres hebreas y el pensamiento de los vaticinios proféticos. No pretendemos hacer la exégesis del libro. En lenguaje místico, es cierto que a Jesús se le atribuye el título de Esposo de las almas santas. (56) Ef., V, 25-32. (57) II Cor., XI, 2. (58) Gal., VI, 16.
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