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60 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. hecho y está dispuesto a hacer por nuestra salvación? ¿Cómo corresponderemos nosotros a su amistad? Dán– dole lo que nos pide, todo nuestro corazón. «Dame, hijo mío, tu corazón y pon tus ojos en mis caminos» (55). Al Corazón de Jesús, nuestro fiel y seguro amigo, confiemos nuestros secretos, nuestras necesidades, nuestras peticio– nes, nuestras intenciones, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras actividades, toda nuestra vida. ¡ Corazón divino! Tú me conoces, yo confío en Ti. No me dejes solo. Alarga tu mano, ábreme tu pecho, méte– me en tu Corazón, y dentro de Ti, escóndeme, abrásame en tus llamas, consúmeme en tu fuego divino, en ese Horno ardiente de Caridad. ARTICULO V El Corazónº de Jesús es Corazón de Esposo El Cantar de los Cantares, o el Cantar por excelencia, figura como uno de los libros del Antiguo Testamento atribuido a Salomón. Los Profetas expresaron bajo dife– rentes formas las relaciones entre Dios y su pueblo. Son frecuentes las figuras de Pastor y de Rey, pero también se usa la de matrimonio, sobre todo en los profetas Oseas y Ezequiel, en los cuales Yavé es el Esposo de Israel y éste la Esposa de su Dios. Esta fue muchas veces infiel, olvidándose de quien la escogió. El Cantar celebra los amores de Yavé y de Israel en la Edad mesiánica. Por esto los Padres de la Iglesia han (55) Prov., XXIII, 26.
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