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58 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. ARTICULO IV El Sagrado Corazón de Jesús es Corazón de, Amigo El hombre nace para vivir en sociedad. No se basta a sí mismo, necesita la ayuda de otros hombres. Entre éstos hay algunos que se llaman amigos. Una vida sin amigos es triste y a veces insoportable. La amistad su– pone afecto y cariño entre las personas. Entre los amigos existen relaciones especiales de comunicación y confianza. Puede ser una amistad interesada, motivada sólo por las ventajas o intereses que se esperan recibir. Puede pro– ceder también de simpatía o cualidades físicas o mora– les ; sentimientos que se encuentran entre nuestros se– mejantes. Las amistades fundadas en motivos fútiles, egoísticos o de mera simpatía, difícilmente son sinceras y perseve– rantes. No rara vez cambian con las vicisitudes de la vida. Hay otra amistad sobrenatural o cristiana que se funda en motivos de fe, a los que se pueden añadir otros tam– bién sólidos y desinteresados. Esta amistad es moralmente necesaria y muy laudable dentro de los justos límites. Dice el Eclesiástico: « Un amigo fiel ts un poderoso pro– tector; el que le encuentra, halla un tesoro. Nada vale tanto como un amigo fiel; su precio es incalculable. Un amigo fiel es un remedio saludable; los que temen al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor es fiel a la amistad, y como fiel es El, así lo será su amigo)) (52). Son conocidas las amistades de David y Jonatás; de San Basilio y San Gregorio Nacianceno, que estudiaban (52) Eclo., VI, 14-17.

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