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50 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. dos sus enemigos y constituyó un reino espiritual, que es la Iglesia católica. El reino de Cristo es universal : su poder se extiende a todos los pueblos y a todas las naciones. No conoce fronteras ni límites en el espacio ; ni tiene restricciones entre las razas, los colores, ni los hombres, ni las nacio– nes. Rey único y universal. Su reinado es de justicia, de paz, de gracia y de mi– sericordia. Debe reinar con su doctrina, con sus leyes, con sus gracias, en todos los individuos, en todas las familias, en todas las naciones, en todos los pueblos, en todas las razas. Hablando la Escritura de la sabiduría de Salomón, dice que fue de un gran entendimiento y anchura de co– razón, como la arena que está a orillas del mar (31). Pero no tiene comparación la anchura del reino de Salomón con el reino de Jesús; porque el reino de Jesús se ex– tiende tanto cuanto el mundo. El reino visible de la Iglesia tiene derecho a ocuparlo todo pacíficamente para llevar a todos la fe. Los reyes de la tierra suelen ser magníficos, abundar en la grandeza y generosidad ; pero al fin son riquezas limitadas y llegan a agotarse. Las magnificencias de Cris– to Rey son infinitas. Sus dones y sus gracias no se pue– den agotar; cuanto más da, más desea dar. Y da gratui– tamente a todos los que quieren. Ya lo dijo Isaías: « ¡ Oh vosotros los sedientos, venid a las aguas, aun los que no tenéis dinero. Venid, comprad y comed; venid, comprad sin dinero, sin pagar, vino y leche» (32). Jesús puede comunicar los tesoros de su Corazón sin (31) llI Reg., IV, 29. (32) Is., LV, l.

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