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46 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. 2. Obedecer a la Iglesia, que tiene la autoridad, el poder de jurisdicción sobre los creyentes. Dice Jesús: «El que a vosotros oye, a mí me oye; el que a vosotros desecha, a mí me desecha ; el que me desecha a mí, desecha al que me envió» (27). Obedecer con rendimiento de juicio no sólo a los pre– ceptos graves, sino a toda la legislación y a toda auto– ridad legítimamente constituida. 3. Amar a la Iglesia como un hijo ama a su buena madre, de la cual ha recibido la existencia. De la Igle– sia nosotros recibimos la vida espiritual ; ella nos nutre con los Sacramentos y con los medios de santificación. De las fuentes del Salvador podemos beber las aguas cris– talinas que brotan para la vida eterna. 4. Sentir con la Iglesia, o sea, tener el sentido cató– lico y el sensum Christi. Sentir, vivir y pensar con la Iglesia. 5. Cooperar con la Iglesia en el apostolado de los modos que nos sea posible en tierra católica o en terri– torios de misiones. Conservar y propagar la fe y comu– nicar la gracia. De esa manera cumpliremos con los deberes que tene– mos hacia la Esposa dilectísima de Cristo, por la cual lle– gan a nosotros todos los beneficios de la redención. (27) Luc., X, 16.