BCCCAP00000000000000000000738

32 P. PIO M,ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. llena de la gracia, como era conveniente para ser Madre de Dios altísimo. Por medio del Espíritu Santo se verificó el gran mis– terio de la Encarnación del Verbo de Dios. Formado el Hombre Dios en el seno purísimo de María, su corazón palpitó por primera vez un acto de amor al Padre y al Espíritu Santo. ¡ Qué acto de amor y de gozo del Niño concebido, apenas existente en este mundo, para las dos otras personas y para María, su Madre Inmaculada! ¡ Qué gozo y delicias al verificarse el misterio de amor y de misericordia! Santa Isabel y la Virgen lo sentirán más tarde en la Visitación. La humanidad sacrosanta de Jesús, estando unida a la persona del Verbo, recibe la plenitud de la gracia santifi– cante y los dones del espíritu santificador, como indica Isaías : «Y brotará una vara del tronco de Jesé y reto– ñará de sus raíces un vástago. Sobre el que reposará el espíritu de Yavé, espíritu de sabiduría y de inteligencia; espíritu de consejo y de fortaleza; espíritu de entendi– miento y de temor de Yavé» (13). El Espíritu Santo formó el Corazón de Jesús y lo llenó sin medida de sus gracias y dones. La tercera persona es el espíritu santificador que purifica, santifica e infla– ma los corazones humanos en el amor divino. El Verbo Encarnado merece las gracias y a su vez nos promete mandarlas sobre nosotros. «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siem– pre, el Espíritu de Verdad, que el mundo no puede re– cibir, porque no le ve ni le conoce; vosotros le cono– céis porque permanece con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros ... El Aboga- (13) Is., XI, 1-2.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz