BCCCAP00000000000000000000738

30 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. Padre Eterno con amor filiar y de gratitud; El nos ha hecho, nos conserva y nos ayuda. Por El y para El vi– vimos. A la gloria que el Corazón divino da al Padre Eterno debemos unir también la gloria que nosotros y todo el universo debe tributar al autor de todo bien. ARTICULO II El Corazón de Jesús,, delicia del Verbo «Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba al principio en Dios. To– das las cosas fueron hechas por El y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. En El estaba la vida y la vida era luz de los hombres. La Luz luce en las tinie– blas, pero las tinieblas no le abrazaron» (11). Decretada la Encarnación, debía elegirse un Corazón para unirle a su divina persona. Luego el Corazón ele– gido y formado debe ser el de su mayor gozo y delicia. Se escoge lo que más agrada y vale. El Verbo, desde toda la eternidad, conocía los corazo– nes de todos los que vendrían a la luz en el tiempo. Al Verbo divino, sabiduría infinita, tocaba hacer la elec– ción del propio Corazón. El Corazón debía ser proporcionado a todos los fines que la persona quería realizar. La segunda persona de la Santísima Trinidad se eli– gió un Corazón digno de Sí y capaz de soportar todas (11) Jn., I, 1-5.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz