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HORNO ARDIBNTE DE CARIDAD 29 y la existencia. Por tanto, decir Amor Increado equivale a decir Dios Amante: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es claro que las tres divinas personas se aman entre sí con amor coeterno y que aman al Corazón del Redentor unido al Verbo y que se complacen en ese amor. Vamos, pues, a considerar algo sobre las complacen– cias de las tres personas en el Corazón del Verbo En– carnado. ARTICULO PRIMERO El Corazón de Jesús, delicia del Padre Eterno El Padre ama eternamente al Hijo, que es Dios de Dios, luz de luz, imagen de su substancia. No sólo le amó como persona igual a sí, sino también como Verbo Encarnado, como su Legado y Enviado para salvar a la humanidad. Le amó como Primogénito de toda escritura, como corona y perfección del universo. Por El y con El fueron crea– das todas las cosas, y sin El nada se hizo. Le amó y se complació en El por el cumplimiento de su misión en este mundo. Nos dice por San Mateo: «Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacen– cias)) (10). El cumplió la voluntad del Padre y con– sumó la obra que le encomendó. Glorificó al Padre y el Padre le glorificó también a El. El Padre tiene también sus complacencias en las cria– turas que formó. Se refleja y complace en las obras de sus manos. Todo lo creó para su gloria. El fin de toda la Creación es dar gloria al Padre Creador. Nuestros corazones deben también complacerse con el (10) Mat., III, 17.

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