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318 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. P. M. CAP. ne la gracia santificante y la participación a la vida di– vina. 3. La ofrenda cotidiana se debe unir con el santo sa– crificio de la Misa, en el que Jesús, Sacerdote y Víc– tima, se ofrece al Padre Eterno por la redención del mundo. Ofreciéndonos con Jesús Sacerdote y Víctima por las ofensas que se hacen contra el Padre Eterno y el Redentor del mundo, se reparan las injurias que se come– ten con el divino Corazón. 4. Además, se debe hacer la comunión en espíritu de reparación para satisfacer a Dios por los pecados e im– plorar su misericordia. La comunión reparadora es muy agradable al Sagrado Corazón, como se lo reveló a su sier– va Santa Margarita (10). El Apostolado de la Oración tiene grandes ventajas para todos los asociados. Unimos nuestras intenciones a las del divino Corazón y cooperamos a la salvación de las almas. Participamos de las oraciones, sacrificios, penitencias de las grandes Ordenes y Congregaciones religiosas que trabajan y sufren en los fines del Apostolado. Se ganan tantas indulgencias concedidas al Apostolado de la Oración. Los apóstoles y propagandistas de esta devoción ten– drán sus nombres escritos en el libro de la vida. Es una devoción recomendada por los Sumos Pontífices como remedio a tantos males que hoy sufre la pobre hu– manidad. Valgámonos para ello del Corazón Inmaculado de María ; porque no podremos formar un corazón seme– jante al de Jesús sin la acción materna de la Madre celes- (10) ÜRSINI, pág. 1232.
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