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316 P. PIO M.ª DE MONDREGANES 0 O. P. M. CAP, to. Unidos al Corazón divino debemos reparar los peca– dos del mundo. Todos los años se proponen a todos los asociados doce intenciones generales y otras doce de ca– rácter misionero, aprobadas por el Sumo Pontífice, por las cuales se ruega y se hace la oferta cotidiana. Tres grados. En el primero se hace la oblación coti– diana. En el segundo se añade una decena del Rosario al día en honor del Inmaculado Corazón de María. En el tercero se ofrece la comunión reparadora, al menos una vez al mes, la consagración personal, la familiar y la Hora Santa. La devoción al Sagrado Corazón tiene una forma con– creta en el Apostolado de la Oración y se une íntima– mente con la Pía Lega del Sacro Cuore. El Apostolado de la Oración resta lo que fue en sus orígenes. La liga del Sagrado Corazón se presenta como una práctica popu– lar del culto al Sagrado Corazón. Con el Apostolado de la Oración se actúa cada instan– te, cada hora, cada día, cada mes, cada año, la consa– gración y reparación hecha al Sagrado Corazón. Por el Apostolado de la Oración se vive personalmente en unión al divino Corazón. En los Estatutos aprobados por la Santa Sede el 28 de octubre de 1951 se lee: «La íntima unión con Cristo en la oración y en el sacrificio que se nos requiere en el Apostolado de la Oración es imposible sin la unión mutua de amor. Por parte de Cristo, el símbolo y la fuente es el Corazón, del cual proviene la misma Iglesia de Dios. Por parte nuestra, de ningún modo podemos corresponder mejor a tal amor que con la devoción al Sagrado Corazón, que nos conduce al conocimiento del
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