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296 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O, P. M. CAP. En los siglos siguientes a Santa Margarita de Alacoque. las Ordenes franciscanas siguen el movimiento de la de– voción al Corazón de Jesús, cooperando con los ejemplos. la predicación y los escritos al incremento de la misma. Se distinguieron San Leonardo de Puerto Mauricio (1676-1715), que compuso cuatro hermosas plegarias en forma de coronilla con la idea de reparación por las ofen– sas. Bernardino de Picquigny ( t 1709), célebre escriptu– rista capuchino, con elevados pensamientos sobre la unión del fiel al divino Corazón y el amor perfecto; Martín de Cochem, que con sus escritos y predicaciones difundió la devoción en Alemania ; Dionisio de Luxemburgo (t 1703); el autor anónimo de Alimenta pietatis sera– phicae, editado en Salisburgo en 1855, al cual se añade un oficio parvo del Sagrado Corazón. Finalmente, Angel de Udine explicó el origen y naturaleza de esta especial devoción al Corazón divino. Santa Verónica de Giuliani (1661-1727), clarisa capu– china del monasterio de Citta di Castello, en la Umbría,. fue una mística extraordinaria que recibió revelaciones y comunicaciones verdaderamente maravillosas. Tuvo las llagas y sufrió los dolores de Cristo de manera dolorosí– sima. El Sagrado Corazón se le mostró en una ocasión como Horno de amor, en el cual quisiera encerrar a todas las almas. Deseaba expiar y reparar con amor ardiente las ofensas cometidas contra el amor no correspondido del Hombre-Dios. Tenía tanto celo por la salvación de las almas, que quisiera ponerse a la puerta del infierno para que no entrara ninguno (69). (69) Cf. METODIO DE MEMBRO, Spiritualita di S. Veronica de Giuliani, en Euntes Docete. Commentaria Urbaniana, A. XVI, fase. 2-3 (1961), págs. 388-432.
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