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294 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. P. M. CAP. los pecadores, un día vio la imagen del Crucifijo brotando sangre de todas las heridas y mucha gente que se refu– giaba en su Corazón (62). Ejerce también notable influencia en la devoción al Sagrado Corazón la obra muy difundida Meditationes vitae Christi, atribuida por largo tiempo a San Buenaven– tura, pero probablemente es de fray Juan de Calvoli ( t 1335), en la que se describe con afecto patético y de manera dramática la vida de Cristo. Una de las biografías místicas más interesante de Cristo. Dependiente de Hubertino, y a veces literalmente co– piado, se nos presenta en el 1400 el apóstol de Italia, San Bernardíno de Sena (1380-1444), que, frecuentemente, en sus predicaciones o sermones, se refiere al Corazón de Cristo con el fin de inflamar a sus oyentes en el amor a la Pasión. Pendiente de la cruz Jesús ostendi/1 Cor suum esse fornacem ardentissimae caritatis ad inflamandum et incendendum plenissime et efficacissime universum. Del Corazón de Cristo proceden las Siete Palabras de la Cruz, que son expresivas: «Immensi amoris, ut merito dici pos– sin~ septem amores seu septem flammae sui fornacis cordis» 63. <<El primer misterio del amor cordial-dice-, en el cual Dios pide a nosotros nuestro corazón, como él mis– mo nos donó el suyo» (64). Siguieron después del senense otros muchos francisca– nos devotos del divino Corazón, como Henrique Herp (t 1477), Dietrich Coelde (t 1515), de Westfalia; el (62) Ibíd. (63) Cf. D1 FoNzo, op. cit., pág. 119. La figura Horno que aparecerá en las Letanías del Sagrado Corazón está tomada de Bubertino de Casal. (64) Dr FONZO, pág. 120.

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