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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 289 San Francisco dé Asís (1182-1226), después de su con– versión, no anhelaba otra cosa que vivir del Santo Evan– gelio e imitar a Jesucristo. Su espiritualidad cristocéntrica abraza todos los misterios de la vida del Cristo total, integral, Dios y Hombre verdadero, Redentor de la hu– manidad. Pero de manera especialísima amó la Pasión de Cristo y deseó sentir en sí mismo sus dolores. Retirado en el monte Alvernia, llamado el Calvario franciscano, meditando la Pasión del Redentor, el be– nignísimo Jesús le imprió sus cinco llagas y le hizo seme– jante a sí mismo, dándole participación de sus dolores. Francisco quedó convertido en un Segundo Cristo. Cua– trocientos cincuenta años más tarde, el 4 de octubre de 1673, Nuestro Señor reveló a Santa Margarita que San Francisco revestido de una luz y de un resplandor in– comprensibles... , a causa de la conformidad que él había tenido con la vida dolorosa de nuestro Salvador.. , y del amor que había tenido a su Pasión, que le había hecho una de las almas más favorecidas de su Corazón... ((Des– pués de haberme hecho ver todas esas cosas, el divino Esposo me lo dio por guía, como una prenda de su divino amor.» Esta afirmación de la Virgen de Paray nos indica que el estigmatizado de la Alvernia conoció y amó intensamente al divino Corazón (51). Francisco, transformado en Cristo Curificado, aparece en su tiempo como un sol que ilumina, calienta y vivifica con sus ejemplos y doctrina. Su espiritualidad tiene una mfluencia extraordinaria entre sus hijos, amigos y admi– radores. Multitudes de almas devotas seguirán en lo futu– ro las huellas del caudillo enamorado. (51) Cf. Histoire d~ la dévoction au Sacré Coeur, t. II. L'Aube de la dévotion, París, 1924, cap. VI, págs. 153 y sigs. 19

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