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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 283 conservar y nutrir la caridad verdadera y ardiente en los cerrazones que se alimentan con ese combustible inter– m:nable. ¿Qué cosa mejor podemos desear sobre la tie– rra que nuestros corazones se quemen y consuman en la caridad de Cristo? ¡ Oh ,esús dulcísimo!, hacednos discípulos de la ca– ridad, encended en nuestros corazones el amor que arde en el Vuestro y que ese fuego de caridad se comunique a los demás. Que el fuego de caridad que irradia de vues– tro Corazón se comunique a nosotros y a todo el mundo. Jesús, que tu Corazón amante sea conocido, adorado y amado por todos. e) Por encima tiene una cruz. El amor que Jesús nos mostró no es un amor de solas palabras o de afectos estériles, sino un amor de sacrificio, un amor de reden– ción y de vida. <cEl Hijo de Dios, que me amó y se en– tregó por mí» (39). «Nadie tiene amor mayor que este de dar la vida por sus amigos» (40). d) Circundado por una corona de espina~. Esa co– rona significa la constancia en el amor, a pesar de la ingratitud de los hombres, o sea un amor no correspondi– do. «El oprobio me destroza el corazón y desfallezco; es– peré que alguien se compadeciese de mí, y no hubo nadie; alguien que me consolase, y no lo hallé» (41). No obstan– te la negra ingratitud de los hombres, su Corazón continúa palpitando de amor por ellos. Les llama a su Corazón con tiernos acentos de Padre y de Amigo. e) Se ve una herida. Es la herida que causó la lan– zada y que permanece patente y abierta a todas las almas (39) Gal., II, 20. (40) Jn., XV, 13. (41) Sal., 68, 21.

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