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24 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. Por consecuencia, podemos distinguir tres especies de amor en el Corazón divino: amor sensible, amor racional y amor divino. Los tres amores estaban en perfecta ar– monía y concordia, con la debida dirección de la única persona divina, a la cual se atribuyen las acciones. El Sumo Pontífice Pío XII explica admirablemente es– te triple amor en la Encíclica Haurietis aquas, del 15 de mayo de 1956 (4). Podemos contemplar y meditar las manifestaciones de los tres amores que Jesucristo nos dio en su vida mortal y que ahora demuestra en su vida gloriosa de una manera inefable. Jesucristo asumió la naturaleza humana con todas sus perfecciones. En su vida terrena apareció comü los demás hombres, crecía en edad, en sabiduría y san– tidad ante Dios y ante los hombres. La ciencia y la experiencia nos enseñan que cada hombre tiene su psicología especial; que el hombre, cuan– to más perfecto, es más difícil de conocer. El criterio mejor y más seguro para conocer a los hombres son sus obras ; por los frutos se conoce el árbol. Si queremos co– nocer y penetrar la psicología propia de Jesús en su vida terrena estudiemos y consideremos sus obras, sus pa– labras, sus hechos, su doctrina, toda su vida, desde el na– cimiento hasta la muerte. Una de las notas más características que se manifies– tan en el Corazón divino es el amor: amor al Padre ce– lestial, amor a su Madre y a su padre putativo, San José; amor a los Apóstoles ; a mor a los niños ; amor a los pe- (4) AAS., t. 48, pág. 324. Cf. J. FrLOGRASSI, S. J., De obiecto cultus SS. Cordis Jesu, in Litteris Encyclicis: Haurietis aquas, en Cor Jesu, t. I, págs. 95-114. C. COLOMBO, ll triplice amare di Cristo e la psicología di N. Signare, en Jbíd., págs. 307-345.

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