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268 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. P. M. CAP. se, comunicarse, ofrecerse y sacrificarse. San Pablo decía : «La caridad de Cristo nos constriñe, persuadidos como. lo estamos de que si Uno murió por todos, luego todos. son muertos; y murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para Aquel que por ellos murió y resucitó» (22). Consagrarse al Corazón divino es darle todo: nuestros gustos, nuestros deseos, nuestra voluntad, nuestro enten– dimiento, nuestra alma, nuestro cuerpo, nuestras. poten-– cias y sentidos, nuestros intereses, todo lo que tenemos. Ofrecerle y darle también nuestras penas, nuestras adver– sidades, nuestras actividades y trabajos, nuestras cruces... , para que nos ayude a llevarlas. Hay fórmulas de consagración al divino Corazón; ésas son buenas y nos pueden ayudar para la memoria y el orden de ofrecimiento. Pero mediante ellas se debe mani-– festar la real y sincera donación total de todo. No es un acto puramente externo, sino un acto interno, verdadero– y sincero. El divino Maestro, en Evangelio, a uno de los escri– bas que le había preguntado: ¿Cuál es el primero de los mandamientos?, respondió: <<Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (23). Para realizar estas. totalidades no es necesario buscar cosas extraordinarias ; sólo es necesario amar y obrar como Dios lo manda. ((Si me amas, observa mis mandamientos)) (24). Consa– grarse totalmente al Sagrado Corazón quiere decir oba servar sus mandamientos, cumplir su voluntad, renunciar· (22) 1J Cor., V, 14-15. (23) Marc., XII, 28-30. (24) Jn., XIV, 15.

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