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HORNO ARDIENTE DB CARIDAD 225 bis (121). Y el tridentino: In ligno crucis, nobis iustifica– tionem meruit, et pro nobis Deo Patlri satisfe'Cit (122). Es un dogna constante y unánime que Jesucristo mu– rió por todos los hombres. Se ofreció al Padre Eterno como Víctima expiatoria por todos los pecados del mundo. Veremos cómo se van cumpliendo todas las profecías y el Hijo del Hombre sube al patíbulo infame; se entrega por nosotros, pecadores; nos lava con su sangre; nos redime y nos santifica. Perdona a la Magdalena, a la adúltera, a San Pedro y a todos los pecadores que se arrepientan. «El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de los hombres, que le matarán, y al tercer día resucitará» (123). Conducido como un corderillo al lugar del suplicio, le crucificaron entre dos ladrones. Estando en la cruz durante tres horas, hacia la hora de nona excla– mó : «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desampara– do? ... Jesús, dando un fuerte grito, expiró» (124). 3. La redención es obra de justicia y de amor. San Pablo afirma: «Dios, que es rico en misericordia, por d gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio la vida por Cristo» (125). Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Unigénito Hijo para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna ; pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El» (126). (121) DBNZ., núms. 122-82. (122) Sess., VI. (123) Mat., 17, 22-23. (124) Mat., 27, 50. (125) Ef., II, 4-5. (126) Jn., III, 16-17. 15
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