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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 199 do más o menos heroico. La heroicidad de las virtudes supone los hábitos de las mismas, los cuales, de ordina– rio, no se adquieren sin la repetición de muchos actos. La santidad no requiere milagros ni cosas extraordi– narias, pero sí virtudes sólidas. El santo debe ser per– fecto en el ejercicio de las virtudes. 3. El Corazón divino es el modelo acabado de per– fección. En la escuela de Jesús han aprendido los santos la ciencia de la santidad. Su doctrina, vida, ejemplos, son continuas e inagotables cátedras de santidad. En Be– lén, en Nazaret, en el Calvario y en el Sagrario se en– cuentran las principales aulas de la santidad. Allí han aprendido los santos. El crucifijo es un libro que no se termina nunca y que todos pueden leer. Coloquios y súplicas. Corazón divino de ,Jesús, dame esa vida que has venido a comunicar a los hombres, esa vida divina que hace al hombre vivir en Ti, por Ti y para Ti. Esa vida que une, que palpita y que obra con tu Corazón; vida que causa paz, dulzura y esperanza. Corazón de J:esús, Maestro de santidad, enséñame esta verdadera ciencia de los santos. La ciencia que no se aprende en los libros, sino en Ti. Dame luz para cono– cer tu doctrina, tus misterios, tus verdades ·y tus ca– minos. Maestro divino, guíame, enséñame, ilumínam:e, para caminar rectamente por las vías de la perfección. Jaculatoria. Jesús, vida mía, vivir sin Ti no puedo. Ya no soy yo quien vivo, vive en mí Cristo.
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