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196· P. PIO M."' DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. se convertirá en polvo. Y el alma del rico, ¿dónde es– tará? No, las verdaderas riquezas no están en los bienes materiales, que caducan y que no pasan más allá del sepulcro. Las ·verdaderas riquezas están en los méritos para la vida eterna, que acompañarán al alma y la harán feliz por toda la eternidad. El alma llena de gracias, virtudes y santidades será eternamente rica y dichosa. 2. ¿Cuál es la mina de todos esos tesoros inefables y eternos? ¿De dónde proceden las riquezas espirituales? De las fuentes del Salvador. El Corazón abierto de Je– sús es el manantial perenne de vida, de gracia y de vir– tudes. El Corazón divino es rico para todos los ·que le invocan. Id a El, pedid con humildad ; llamad, ~ue os abrirá, os dará. os consolará y os llenará de los más ricos dones. 3. La llave para abrir el arca de esos inmensos teso– ros es la oración. Orar continuamente, orar con humil– dad profunda, orar sin intermisión. Jesús y los Apóstoles exhortaban a orar siempre con confianza de ser escu– chados. El que pide con humildad y perseverancia reci– birá en abundancia. Al alma que es verdaderamente de– vota del Sagrado Corazón le podemos aplicar las pará– bolas del Salvador cuando habla del tesoro y de la perla. «Es semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y, lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo. Es también semejante el reino de los cielos a un mercader que busca preciosas perlas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la com– pra» (88). (88) Mat., XIII, 44-46.

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