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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 191 rarle; los Magos emprenden un largo viaje para ir a ado– rar al nuevo Rey y ofrecerle sus dones. Los pescadores de Genesaret dejan sus redes y le siguieron; las mu– chedumbres le buscaban, le seguían y cantaban : Bendi– to el que viene en el nombre del Señor. Después de su Ascensión a los cielos, innumerables almas, animadas de la fe y vivificadas por la gracia, le han seguido y seguirán. Todos los creyentes vamos tras El, deseamos unirnos a El, militar bajo su bandera, gozar de los bene– ficios de su reino, imitar sus virtudes y ejemplos. Trabajamos para que su Cuerpo Místico, que es Ja Iglesia, se extienda por toda la tierra y para que todas las gentes le adoren, le amen y le sirvan. 3. Para desear vivamente a Jesús es necesario cono– cerle profundamente. Se conoce a Jesús por sus palabras y sus obras. Conocerle por la Sagrada Escritura. El An– tiguo y Nuevo Testamento nos refieren la doctrina reve– lada, las divinas enseñanzas, los ejemplos y las acciones del Salvador del mundo. El es camino, verdad y vida, el Maestro infalible, el modelo sin tacha. Se conoce a Jesús también meditando sus misterios principales, como la Encarnación, la vida de humillación en Belén, la vida escondida en Nazaret, la vida pública de evangelización, la vida dolorosa de la Pasión y Muerte, la vida gloriosa después de la Resurrección. En toda la vida terrena Jesús es para nosotros ejem– plar de perfección. Conociendo los tesoros de sabiduría, gracia y santidad del Corazón divino, le amaremos y le seguiremos. «Esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucris– to)) (80). (80) Jn., VII, 3.

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