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190 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. 18 COR JESU, DESIDERIUM COLLIUM AETERNORUM Miserere nobis. CORAZON DE JESUS, DESEO DE LOS COLLADOS ETERNOS Ten misericordia de nosotros. Reflexiones l. Jacob, antes de morir, bendijo a sus hijos, y vol– viéndose a José, le dijo: «Las bendiciones de tu padre sobrepasan a las bendiciones de los montes eternos, su– peran las bellezas de las eternas colinas>> (78). Las ben– diciones que José recibe de su padre se levantan sobre las alturas de las montañas y son firmes y estables como ellas. Con el Deseado de los collados eternos se alude a Cris– to, que ha de venir para redimir y consolar las almas. Jesús fue el deseo de los cielos y de la tierra, de los justos de la antigua alianza. Le esperaron los Patriarcas y le anunciaron los Profetas. Isaías exclama: «Destilad, cielos, arriba, el rocío ; lloved, nubes, la justicia ; ábrase la tierra y produzca el fruto de la salvación y germine la justicia>i (79). 2. En su nacimiento los pastores, al anuncio del An– gel, dejan su grey y se apresuran para ir a verle y ado- (78) Gén., 49, 26. (79) Is., 45, 8.

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