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16 P. PIO M."' DE MONDRBGANBS, O.• F. M. CAP. de Jesús y esposo santísimo de la Virgen Inmaculada, por considerarle el primero entre todos los santos. Tanto el culto de latría como los demás pueden ser absolutos y relativos, según que se dirijan a las perso– nas por su propia excelencia o a sus imágenes o repre– sentaciones. Es evidente que el culto que se da a una imagen, verbigraciá, a la In~aculada de Murillo, es relativo; porque la intención última del devoto no se refiere a las partes materiales del cuadro o a las' belle– zas artísticas que supo· imprimir el genio, sino a la per– sona de María Santísima, Madre de Dios y Madre Nues– tra Inmaculada, que intentó representar el autor; La fe nos enseña que la segunda persona de la Santí– .sima Trinidad se encarnó en el seno inmaculado de Ma– ría Virgen en el momento de la Anunciaciqn del Arcán– gel San Gabriel: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el Hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios ... » Dijo María: <cHe aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra» (1). Y San Juan escri– be : <e Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como del Unigénito del Pa– dre, lleno de gracia y de verdad» (2). En el símbolo apostólico confesamos: «Creo en Je– sucristo, su Unico Hijo, Nuestro Señor, que fue conce– bido por obra del Espíritu Santo.» Y el símbolo atanasia– no añade: <cNuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre.» Toda la Tradición y la Escritura afir– man que el Verbo Encarnado es Dios y Hombre verda– dero. Jesucristo consta, por la u11ión hipostática, de (1) Luc., I, 35-38. (2) Jn., I, 14.

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