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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 149 San Pablo escribe a los filipenses: «Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, quien, existiendo en forma de Dios, no reputó codiciable tesoro mantenerse igual a Dios; antes se anodadó, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y en la condición de hombre se humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos y en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios Padre» (22). 3. El Corazón de Jesús no es sólo humano, es tam– bién divino; Todas sus acciones son teándricas; sus mé• ritos, de valor infinito, por razón de la unión hipostática. Debemos desear y procurar nuestra unión con el Sa– grado Corazón. Evidentemente que no puede ser hipos– tática, ni substancial, sino unión de amor; de v.olunta– des, de sentimientos y de conducta. Unión de vida sobrenatural, a semejanza del tronco y de la vid. «Yo soy la vid ; vosotros, los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, por– que sin mí no podéis hacer nada. El que no permanece en mí es echado fuera como el sarmiento, y se seca, y los amontona y los arroja al fuego para que ardan. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vos– otros, pedid lo que quisiereis y se os dará» (23). Unidos a Cristo, vivamos la vida de Cristo, sigamos los ejemplos de Cristo, imitemos las obras de Cristo. (22) Fil., II, 5-11. (23) Jn., XV, 5-7.

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