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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 125 De todos modos, el estado no es desesperado ni mucho menos. El Sagrado Corazón prometió que a los tibios haría fervorosos. Entre los muchos males que afligen a un alma caída en la tibieza, uno es la desconfianza de acercarse a Dios; el alma tiene miedo a sus propias ingratitudes ; se aver– güenza de su estado para presentarse al divino Esposo tan pobre y miserable. De dos cOJas tiene necesidad el alma para salir del mísero estado: primera, de no desanimarse por sus repe– tidas recaídas en las mismas faltas ; y segunda, de rom– per con todos los lazos y ocasiones que son el motivo ,de sus defectos. III EL SAGRADO CORAZÓN, REFUGIO DE LOS FERVOROSOS Los fervornsos tienden con diligencia a la perfección propia de su estado; tienen hambre y sed de justicia ; se esfuerzan por negociar con los talentos que Dios les concede y aumentar siempre más su capital futuro y eterno. Este crece por las buenas obras, y principalmente por los Sacramentos de la Iglesia ; de manera especialísima por el de la Eucaristía, manantial perenne de santidad. El Corazón de Jesús nos defiende de los enemigos para que no nos roben el tesoro de la gracia. Nos ayuda en las tentaciones, en los peligros, en las batallas del espí– ritu. Refugiados en sus llagas, nos libraremos de los dar– dos que nos dirigen los enemigos espirituales.

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