BCCCAP00000000000000000000738

120 P. PIO M." DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (54). Practicó y recomendó la pobreza. «No alleguéis teso– ros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen. y donde los <ladrones horadan y roban. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón» (55). «No podéis servir a dos señores, o bien aborreciendo al uno, amará al otro. o bien adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (56). Respondiendo al joven rico que le preguntó qué haría para salvarse y santificarse, le dijo: «Si quieres ser perfecto, ve y vende cuanto tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme. Al oír esto, el joven se fue triste, porque tenía muchos bienes» (57). Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad os digo que di– fícilmente entra un rico en el reino de los cielos. De nuevo OJ digo: es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que entre un rico en el reino de los cielos» (58). La razón nos la da el Apóstol San Pablo cuando escribe a su discípulo Timoteo: «Los que quie– ren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en mu– chas codicias locas y perniciosas, que hunden a los hom– bres en la perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia, y muchos, por dejarse llevar de ella, se extravían en la fe a sí mismos. se ator– mentan con muchos dolores» (59). Jesús es Maestro de la pobreza con los ejemplos y (54) Mat., VIII. 20. (55) Mat., VI, 19-20. (56) Mat., VI, 24. (57) Mat., XIX, 21-22. (58) Mat., XIX, 23-24. (59) I Tim., VI, 9-10.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz