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1i8 ....:: _Pro M,ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. El Corazón divino se muestra siempre lleno de man– sedumbre, a pesar de las continuas ofensas que se co– meten contra El. Sufre, callá y espera antes de cástigar. Modelo de humildad. Jesús nos dice: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (48). Nos e11seña la mansedumbre y la humildad. La humildad en la Encarnación, tomando nuestra naturaleza y la figura del pecador, aunque sin el pecado. Humilde en el Naci– miento, en Belén, en la huida a Egipto, en la casita de Nazaret, en el Cenáculo, en el huerto de los Olivos, en la Pa_sión y en la Muerte. Con mansedumbre y humildad recibe los desprecios, los oprobios, }os ultrajes, las calumnias y la condenación a muerte como un malhechor, entre dos ladrones. Cantó el salmista : «Verdad que yo soy un gusano, no un hom– bre, el oprobio de los hombres y el desprecio del pueblo. Búdanse. de mí cuantos me ven, abren los labios y mue– ven la cabeza» (49). Modela de obedzencia. En los tiempos modernos se exaltan la libertad, la independencia y la insubordinación a las autoridades legítimas. Bajo pretexto de los dere– chos·. de fa ·persona se conculcan las obligaciones de la obediencia. Se desobedece a los padres, a las autoridades légítimas civiles y auri eclesiásticas. Ese espíritu de des– obediencia ha peneterado también en los estados de per– fécción; én la vida religiosa. ·· El. espíritu de democracia • y de autonomía va infil– trándose en ·todas partes, aun en los centros de educación y formación religiosa, que profesan una vida de perfec– ción evangélica. (48) Mat., XI, 29, (49) Sal., 21, 7-8.

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