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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD. 1:l:7 amor con que nos amó, estando nosotros muertos por nucJtros delitos, nos dio vida por Cristo» (44). Vino en busca de la oveja descarriada, perdonó a los pecadores arrepentidos, nos dejó la tierna parábola del hijo pródigo para mostrarnos su amor paterno y miseri– cordioso. Se quedó en el sacramento de la Eucaristía por nues– tro amor y por nuestra comida y bebida perpetuas. Ultimamente ha mostrado su Corazón como un Hor– no ardiente d.e Caridad, diciéndonos: ¡He aquí un Co– razón que ha amado tanto a los hombres! ¿Quién puede dudar de la caridad de Jesús para con los hombres? El Corazón de Jesús, con ejemplos y con palabras, nos enseña cómo nosotros debemos amar a nuestro pró– jimo. Modelo de mansedumbre. El profeta Zacarías pre– anuncia un Rey manso y pacífico (45), y lo repite San Mateo narrando la entrada triunfal de Jesús en Jerusa– len (46). Durante toda su vida se mostró modelo de mansedumbre. Sólo se mostraba indignado de la hipo– cresía de los escribas y fariseos, y con los profanadqres del templo. En. cambio, con los pecadores arrepentidos era dulce, manso y suave. Isaías nos le describe «como maltratado y; afligido, que no abrió la boca, como cordero llevado al mata~ dero, como oveja muda ante los trasquiladores». (47). (44) Ef., II, 3. (45) Zac., IX, 9. (46) Mat .. XXI, 5. (47) Is., 53, 7.
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