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114 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. simo, no cometió la menor culpa, exento absolutamente de todo defecto voluntario. Varón perfecto en todo. B) Modelo positivo. Jesús no era como el mármol, que no goza de vida. Era un hombre perfecto, con todas sus facultades en pleno funcionamiento. Practicó positi– vamente las obras que conducen a la santidad. En cuan– to Dios y en cuanto Hombre, se ejercitó en todo género de virtudes. Fue resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su bondad (38). De tal manera se portó que obró siempre en confor– midad con la voluntad del Padre Celestial. <cEl que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que es de su agrado» (39). No es posible examinar cada una de las virtudes y demostrar cómo las practicó Jesús. Sería una cosa dema– siado difusa y fuera de nuestras intenciones. Pero bueno será mencionar algunas más principales, en las que de– bemos esforzarnos en imitarle. El Sagrado Corazón de Jesús, Modelo de caridad ha– cia Dios. La caridad es la reina de las virtudes, es la suma de la perfección. Todas las demás deben ordenarse a ésta, que es la esencia de la santidad. Después de la muerte desaparecerán las virtudes morales, la fe y la esperanza, pero la caridad durará eternamente y nos unirá a Dios, nuestro fin. El amor tiende a la unión entre los amantes ; cuanto más intensa es la caridad, tanto mayor será la unión e intimidad del amante y del amado. Ahora bien : la unión (38) Sab., VII, 26. (39) J11., VIII, 29.

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