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108 P. PIO M." DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. las palabras y atraído por los ejemplos, logró triunfar de la pasión que le impedía la conversión plena a Dios. A todos estos modos de apostolado se pueden añadir otros muchos, que cada uno podrá practicar según las posibilidades y circunstancias de su vida social. Cada uno debe irradiar y propagar el bien, ser apóstol de la virtud y de la religiosidad. II UNIVERSALIDAD DEL APOSTOLADO El apostolado debe ser universal; es decir, extenderse a toda clase de personas, a todos los lugares y a todos los tiempos. Todos necesitamos luz y fuerza para cum– plir con nuestors deberes respectivos, según la posición social que ocupamos en la gran familia humana. 1. Debe empezarse con los niños, desde el regazo materno, para que, según el grado de capacidad, vayan adquiriendo los conocimientos convenientes y las prác– ticas necesarias para vivir conforme a los principios de la razón y de la fe. 2. Debe extenderse a la juventud inexperta; a ve– ces dominada por el impulso de las pasiones, por los escándalos, por el mundo maligno, por las ilusiones y las concupiscencias de la vida juvenil, fácilmente se ex– travía y corre por el camino de la perdición. Gracias a Dios, en nuestros tiempos se han multi– plicado los Institutos modernos dedicados a la educación de la juventud en los diversos grados de su formación

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