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cia la misma época había otras en el Tirol. León X concedió indulgencias para estas re– presentaciones (4). 3. Libros de peregrinaciones.-A la propa– gación de esta devoción contribuyeron también los libros publicados sobre la Pasión del Señor y las llamadas peregrinaciones espirituales. La Virgen Eteria de Galicia, peregrina española en Tierra Santa, en su ltinerarium ad Loca Sancta, probablemente del siglo v, insiste en el empe– ño de recorrer espiritualmente los Lugares don– de se había realizado algún suceso culminante de la Pasión. Describe también las ceremonias de la Semana Santa y de la Semana de Pas– cua (5). Lo mismo repitieron también otros pe– regrinos de Ti,erra Santa, mencionando, en una u otra forma, la Vía Dolorosa y recomendando la meditación de las escenas que ocurrieron. También escritores ascéticos, como Enrique Susón en el Horologium Sapiantiae, indican el ejercicio que se hacía desde el Cenáculo al Cal– vario. La monja cisterciense María Minz, en el Monast,erio de Lovao, cerca de Coimbra (si– glo xrv), realizó por espacio de un año la pere– grinación espiritual por la Palestina, y en es– pecial por la ciudad de Jerusalén (6). (4) Cfr. ANTONINUS A SANT'EL1A A P1ANJSI, op. cit., pá– _(sinas 17-18. Romae, 1950. (5) Cfr. B. LLORCA, S. ).: Historia de la Iglesia Católica, t. J. ofo. 615. Madrid, 1950. (6) Cfr. BERNARDO DE Bon: Primem parte da chronica· de Cister. 1. VI, cap. 34, fol. 463. Lisboa, 1602. -- 73 -
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