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ta. San Francisco, acompañado de Fr. Ilumi– nado de Rieti, en el 1219 llegó a Damieta con los Cruzados. Se presentó al Sultán de Egipto con deseo de convertirle y ser mártir de Cristo. El Sultán no se convirtió, pero trató bien al Po– verello y permitió a él y a sus hijos poder pre– dicar el Evangelio. Al salir de Egipto pasó por los Santos Lu– gares, y, regresando a Italia, envió algunos de sus hijos a Palestina para custodiar el Santo Sepulcro y otros Santos Lugares que Jesús ha– bía santificado con su presencia personal (13). Los hijos de San Francisco marcharon ale– gres y contentos, se fueron aumentando, for– mando con el tiempo la Custodia de Tierra Santa. Los Frailes Menores, con heroicos sacrificios, han defendido y custodiado los Santos Lugares; han conservado el culto y recibido con cari– dad a los peregrinos. Después de las vigilias de la noche, por, la mañana temprano, los fieles, conducidos por los religiosos, salían del Santo Sepulcro y ordenada y devotamente recorrían las estaciones de la Vía Dolorosa (14). Fr. Bonifacio Esteban Ragusino, O. F. M., que fué Custodio de Tierra Santa en 1551- 1560, y por segunda vez en 1560-1565, des- (13) Cfr. s. BUENAVENTURA: Legenda s. Francisci, cap. I, n. 3. Opera Omnia, t. VII, ad Claras Aq·.ias, 1898, pági– na 506. (14) Cfr. B11-1L, M., O. F. !vi.: Examen criticum de liistoria Viae Cmcis, en Arc/1. Franc. HtSt., I, 108, pág. 52. - 69 -

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